Decir no no basta - Reseña crítica - Naomi Klein
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Decir no no basta - reseña crítica

Decir no no basta Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788804515814

Editorial: Paidós

Reseña crítica

Este libro, que lucha contra las políticas del shock, los abusos, la violencia, la misoginia, el racismo, el calentamiento global, las injusticias y los arrebatos, nos presenta una perspectiva para liderar a partir de valores y no de políticas. Necesitamos dirigentes que dejen de gobernar a favor de sus propios intereses y cambiar el rumbo de la historia. ¡Atrévete a cambiar el mundo! Necesitamos más valientes como tú.

Estábamos de racha

El triunfo de Trump hablaba de un país, no de Trump en particular. Fue un gran retroceso en todo sentido. 

La autora define ese “traspaso de poder” como un “golpe de estado corporativo”. Los multimillonarios están decididos a adueñarse de todo y es a costa de los más vulnerables y del propio planeta. 

Hay que entender la Administración de Trump como un contragolpe a la creciente fuerza de un conjunto de movimientos sociales, políticos, climáticos que luchaban por un mundo más justo y más seguro. 

Se estaba logrando mucho, estábamos de racha. Pero su Administración llegó para desbaratar todos esos esfuerzos y proteger sus riquezas. 

Trump y su gabinete han rehecho el Gobierno para ponerlo al servicio de sus intereses. 

Trump comprendió que el modelo de negocio del que obtendría mayores beneficios era la fabricación de una imagen y levantó su imperio siguiendo esta fórmula.

Antes de ser candidato, Trump buscó fama y la consiguió, su cara estaba en todos lados y la gente “pagaba” por su show. Por el lado inmobiliario, le puso marca a algo que nunca había tenido: a la propiedad inmobiliaria de alto standing

Trump fue pionero del concepto de que los lugares donde uno trabaja, vive y se divierte fueran todos franquicias de una misma marca de lujo internacional.

Le ofrecieron ser el protagonista de su propio reality que realzaría su ostentoso estilo de vida. Convirtió su nombre en sinónimo de éxito material. ¿Qué más le quedaba por ganar? La fusión de su marca con el máximo símbolo de poder y autoridad: la Casa Blanca. 

Antes de llegar a la presidencia, Trump comprendió que le sería mucho más fácil amasar una fortuna si se limitaba a vender su nombre a promotores de todo el mundo, que aprovecharían su popularidad para atraer a compradores y clientes. 

Todo esto es un problema si lo proyectamos a un presidente. 

Si queremos impedir la cleptocracia indiscriminada de la Administración Trump, hay que saber dónde clavar la aguja para pinchar su burbuja. 

Trump se benefició directa e indirectamente de su cargo público. Sucedió algo más que nepotismo: convirtieron al Gobierno de Estados Unidos en un lucrativo negocio familiar.

Lo que Trump deja atrás de su Administración es ruina. Trump no cree que lo público sea digno de protección.

Pero hay una salida. Existe lo que llamamos “sabotaje cultural”, que consiste en identificar el hallazgo de una compañía, la gran idea que vende y luego desvelar la sucia realidad que esconde bajo su brillo. Cualquier marca puede ser saboteada, solo hay que encontrar su punto débil.

El show

De la riqueza total mundial, la mitad mundial más pobre posee el 1%, mientras que el 10% de la población más rica posee el 89%. Y aun así nos hacen creer que darles más a los ricos es la mejor manera de ayudar a los pobres.

Trump vendió la promesa de que él podía convertir a cualquier persona en parte de ese 1%. Si la desesperación es grande, creer promesas es fácil: Trump sabe bien esto.

Trump convirtió las elecciones en un reality y las confrontaciones en actuaciones de lucha libre. Pero estos entretenimientos de masas norteamericanos no tienen nada de real. Tampoco tiene nada de real Trump. Todo lo convierte en un espectáculo, hasta el desempleo.

Trump habla con datos alternativos, todo es una sarta incesante de mentiras. Mentir es parte de ser jefe. Pero su espectáculo de telerrealidad ya se ha llevado vidas, como en Siria e Irak, y muchas otras están por perderse.

Calentamiento global

Gracias al aumento récord de temperaturas, más del 90% de la Gran Barrera de Coral ha sufrido el efecto de blanqueo masivo y casi una cuarta parte de ésta ha muerto.

El aumento de un solo grado del océano hizo que las criaturas muriesen en masa.

Los cambios climáticos radicales se están dando y su impacto es enorme.

Empresas petroleras, como Exxon Mobile, son muy conscientes del calentamiento que ellos producen. Pero, lejos de hacer algo para cambiarlo, plantearon una campaña de desinformación poniendo en duda la realidad del cambio climático.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver Trump en todo esto? Trump nombró al presidente de Exxon Mobil secretario de Estado. Saca tus propias conclusiones.

Si seguimos fracasando en términos del cambio climático, no tendremos más oportunidades de fracasar. Debemos renunciar a los combustibles fósiles.

Trump afirma que el calentamiento es un invento y solo intenta explotar hasta el último yacimiento de combustibles fósiles.

“Hacer que América vuelva a ser grande” como proyecto de Trump implica reforzar la ley y el orden, atacar los derechos reproductivos de las mujeres, propiciar una escalada de los conflictos en el extranjero.

También echarles la culpa de los problemas a los inmigrantes, desatar una fiebre de los combustibles fósiles, desregular de cualquier otra forma la economía para favorecer a los superricos, descreer los abusos a las mujeres, de lo cual incluso Trump está acusado, y la lista podría seguir.

Oportunistas de crisis

¿Por qué los trabajadores dieron su apoyo a Trump? Trump ya les había declarado la guerra a los trabajadores más vulnerables, pero también les prometió mucho.

Mintió. Ninguno de los tratados comerciales fue “mejor” para los trabajadores sindicados. Solo eran mejores para él y su imperio corporativo, para los banqueros y ejecutivos de las petroleras.

Trump no defiende mediante sus tratados la producción local frente a la extranjera, lo único que defiende es la protección de las grandes corporaciones a costa de cualquier cosa.

Para Trump un buen trato es en el que tú ganas y el otro no, en el que aplastas a tu oponente. Él y su Administración son capaces de explotar cualquier crisis. Lo único que resultará de sus políticas son crisis de mayores magnitudes y está dispuesto a explotar cualquiera de ellas.

No olvidemos que cuando las Torres Gemelas cayeron, lo único que hizo fue alardear que ahora él era el propietario del edificio más alto del centro de Manhattan.

“Trump se ha rodeado de una hueste de oportunistas de las crisis de primera categoría”.

Uno de ellos, por dar uno de los múltiples ejemplos, es Rex Tillerson, quien aprovechó la rentabilidad e inestabilidad de la guerra. Todos los miembros se aprovechan de las guerras, del cambio climático, de las prisiones, la vigilancia, de las crisis económicas, los desastres naturales, etc.

Sin embargo, si se coge a un grupo de personas que obtienen un beneficio directo de las guerras en curso y se las coloca en el corazón del Gobierno, ¿quién abogará por la paz?

Debemos madurar

Mientras los preparacionistas acumulan latas de comida y agua para afrontar un posible cataclismo, estos otros acumulan ideas asombrosamente antidemocráticas. 

La provocación de expulsar a los extranjeros “terroristas” no tardó en hacerse realidad. Si no estabas con él, eras parte del terrorismo. De hecho, cuando un juez vetó su política migratoria, Trump expresó que este estaba poniendo en peligro al país.

Desgraciadamente, “existen muchas puertas traseras pensadas para sortear las disposiciones constitucionales”.

Todo es una cadena: la crisis migratoria que existe y de la cual Trump se queja es en parte causada por el calentamiento global que Trump niega y genera. Irónico, ¿no?

Las crisis nos pueden hacer madurar, evolucionar y dejar de lado las tonterías.

Esto se aplica a sociedades enteras. Ante un trauma o una amenaza, las comunidades a veces se unen en la sensatez y la madurez. Argentina es un ejemplo de esto. Ante la crisis del 2001, cuando el país se encontraba en ruina económica y social, el pueblo no dudó en repudiar a los mandatarios y salir a las calles para luchar por sus libertades básicas.

En Estados Unidos, cientos de ciudades y condados han dado un paso al frente para declararse “santuarios” para los inmigrantes que la Administración de Trump pretende deportar.

Existen miles de muestras de solidaridad y unión similares. Éstas reflejan el hecho de que cada vez más personas entienden que solo podrán vencer al trumpismo si colaboran los unos con los otros, ya que ningún movimiento podrá ganar por sí solo.

Podemos cambiar el rumbo

Decir que no a las tácticas del shock no suele bastar para detenerlas; hace falta algo más.

Lo que debemos hacer es tomar el timón de la historia y cambiar de dirección. La responsabilidad de cambiar de ruta es colectiva, no se puede culpar a ninguna persona concreta ni a un partido político de los caminos que se han tomado. Pero se debe hacer sin cometer los mismos errores del pasado y para eso hay que repasar la historia. 

Muchas crisis existentes se entrecruzan, pero todas deberían tener el mismo nivel de prioridad. 

No podemos permitirnos resolverlas por separado: necesitamos soluciones integradas. Además el conflicto, si es respetuoso, es sano y necesario: las discusiones implican avance. Se debe liderar con valores, no con políticas. Todo lo derivado del “cuidado” debería estar primero en nuestras agendas.

Necesitamos un sistema en el que todo el mundo sea valorado. Actuar desde el cuidado y el consentimiento (y no desde la extracción y por la fuerza) debe ser el hilo conductor, así como el respeto por el conocimiento, por los derechos de los pueblos indígenas, los cuidadores de la tierra, el agua y el aire. 

El cambio de valores es el eje del mapa que debemos trazar.

Todo esto se trató de esa forma en una reunión a la que invitaron a líderes de diversos puntos de Estados Unidos: dirigentes y sindicalistas laborales, directores de grupos ecologistas, líderes feministas e indígenas, organizadores y teóricos centrados en los derechos de los migrantes, la tecnología abierta, la justicia alimentaria, la vivienda y la religión, entre otros.

Su visión, de la que resultó un programa, consistió en invertir en sectores que mejoren nuestra calidad de vida de forma tangible y que abran paso a sociedades más solidarias. Dinero no falta, solo falta voluntad política.

Antes de hacer público este programa llamado el “Salto”, pidieron a figuras públicas respetadas que firmaran y llegaron los “sí”. Todos compartían el deseo de ser una sociedad justa. Tras la publicación del programa, miles se unieron y múltiples organizaciones dieron su apoyo. 

La prensa corporativa lo tildó de ser una “locura” o un “suicidio nacional”. Era obvio que se opondrían. Pero a pesar de esto, la gente seguía firmando.

El Salto se ha convertido en un proyecto vivo y en constante evolución apoyado por una creciente comunidad de simpatizantes que enriquecen y revisan el trabajo hecho continuamente.

Será necesario para lo que se viene aplicar tácticas de resistencia, como manifestaciones y huelgas, y tendremos que seguir presionando a las instituciones para que dejen de invertir en la desposesión. Estamos empezando a vislumbrar un verdadero camino hacia el futuro.

Las comunidades y los movimientos se están uniendo para configurar las políticas centrales que los políticos que buscan nuestro apoyo deben adoptar.

Notas finales

Este es un mundo lleno de injusticias y arrebatos, lleno de racismo y violencia. Pero esa realidad puede cambiar.

Debemos resistir y alzar la voz para vivir en un mundo en el que se valore la igualdad y la vida. Debemos manifestarnos y luchar para que los derechos sean respetados. Debemos abrir los ojos.

Si seguimos ciegos, nada podrá cambiar. Revisemos, entendamos y cambiemos la historia para que nuestros hijos puedan disfrutar de la tierra y de una sociedad equitativa, racional. Una sociedad que se interese por el otro y cuide el planeta.

Hagámoslo ahora, mañana no habrá tiempo.

Consejo de 12min

La lucha feminista se ocupa de muchos de los cambios que deben darse para obtener una sociedad más justa. ¿Quieres aprender más? “Todos deberíamos ser feministas”, de Chimamanda Ngozi Adichie, te gustará.

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¿Quién escribió el libro?

Nacida en 1970, es una periodista, escritora y activista canadiense, conocida por sus críticas a la globalización y al capitalismo. Es autora de múltiples libros y... (Lea mas)

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